Los cactus sobreviven al desierto y yo necesito hacer lo mismo.


Me siento como una gacela herida; pueden oler mi sangre a un kilómetro de distancia y todos están deseando que me caiga. Lo único que ayer me salvó un poco fue escuchar La Costa Brava mientras escogía los tomates para la ensalada de este mediodía. Lo sentí como una señal, la ensalada de hoy le tenía que encantar a Eme, además, tú no estabas, pero siempre estás, si es que eso es posible.

Por fin sé qué es lo que pasa. Me cubrí con un poema para medio Otoño, pero no recordé que el Invierno siempre es lo más difícil. Eme, el medio Otoño ya ha pasado hace un rato, tenemos que despertar.

Creo que necesito una planta. Los cactus me gustan mucho.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El Sr. Youth dice: “Te ofrezco un cactus”.

Después de leer lo que has escrito, se me vino a la mente una imagen que no me resistí a plasmar en el dibujo que puedes descargar siguiendo este enlace: Te ofrezco un cactus

Lux Lagóstena dijo...

Humm, qué curioso. Tenemos vidas tan distintas (dentro de la gran semejanza que supone estudiar en la misma ciudad, estar en la misma clase e incluso pertenecer al mismo grupo de amigas, claro)y tus últimas entradas me siguen sorprendiendo por la posibilidad de identificación que les encuentro.
Por ejemplo yo también noto como si se pudiera oler mi sangre, es una sensación horrible. Y las señales, la presencia en la ausencia, el invierno siempre difícil... Pero incluso no hace mucho también llamé a alguien "Eme" en una entrada. Creo que tendré que inventarle otro nuevo nombre, porque aunque el motivo de bautizarle con dicho trasunto no tenía que ver contigo en absoluto, me recordaba un poco a ti inevitablemente...y he aquí tu entrada y el porqué. :)

Ah, y ten cuidado de no dejar fuera tu nuevo cactus, que con esta lluvia...