Cuando dejas las armas lejos de la salida de emergencia el pasado se aprovecha.

Estaba sola en su casa y de repente ella se precipitó desde la nevera hasta el suelo.
La tenía detrás de J., escondida, escondida porque no quería verla pero tampoco quería perderla del todo. Me alegro de que se cayera cuando él no estaba aunque me pillase absolutamente desarmada. Prefiero mi mente mentirosa que una mentira de la suya.
Yo puedo con que ella se caiga de la nevera, después de estos dos días junto a él sé que puedo.
En diez minutos cogerá el primer avión a África.
Siempre nos preocupamos por la anterior, por saber si la casa sigue respirando su olor o si de vez en cuando él aún oye sus tacones. Las rubias siempre dan problemas.


De mi primera noche en London sólo recuerdo a Jules y Vincent apuntándome a la cabeza con un plátano. También recuerdo que lo sentía muy lejos y que deseaba que detrás de J. no hubiese nada más que un 7 de mayo.

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